Los transformadores están equipados con protecciones estándar, pero aún así explotan y provocan incendios. Este fenómeno generalmente se debe a un cortocircuito interno en el transformador. El cortocircuito, creado por una falla de aislamiento, alcanza los 1.200 grados centígrados. Vaporiza el aceite ubicado en el tanque del transformador.
El aceite, al estar en contacto con temperaturas muy altas, se vaporiza y crea gases explosivos. En milisegundos, crea un pico de presión dinámico que viaja a una velocidad de 1.200 metros por segundo. La propagación de la presión se puede comparar con una tormenta en la que se escuchan los sonidos después de un tiempo, mientras se propaga en el aire.
Al estar en un área cerrada, la onda de presión se reflejará en las paredes del transformador, las bobinas y todos los demás obstáculos, lo que provocará ondas complejas. Estas ondas complejas crean una presión estática, que a menudo alcanza los 10 bares (150 psi). Por lo general, el tanque del transformador no puede soportar más de 1,2 bares (18 psi). Con la presión constante en todo el transformador, el transformador se romperá.
Los gases explosivos generados durante el cortocircuito estarán en contacto con el oxígeno y el aceite contenido en el transformador, lo que provocará una explosión y un incendio asociado. La secuencia total mencionada anteriormente ocurre en alrededor de 200 a 400 milisegundos, para lo cual las protecciones estándar no están diseñadas para reaccionar.